sábado, 5 de noviembre de 2016

La mitad de EE.UU. no vota en las elecciones presidenciales.

Cuando de votaciones se trata en los EEUU pocos se preguntan por qué un número elevado de ciudadanos en edad de voto no ejerce ese derecho. Algunos expertos han llegado a plantear que es pura responsabilidad personal del votante en su obligación de registrarse así como la complejidad de todo el proceso en determinados estados. Sin embargo no deja de asombrar los bajos índices de asistencia a las urnas que lo convierte en una de las más bajas del mundo.  En las presidenciales de 2012, un total de 129,1 millones de votos fueron depositados en las urnas sobre una población con edad de voto de 241 millones de personas, lo que supone una participación del 53,6 %.
Cifras correspondientes a las tres últimas décadas refieren que la abstención en EEUU se ha mantenido alrededor del 50%, dato que resalta cuando se compara con los registros de países desarrollados como Bélgica y Suecia que registran participaciones por encima del 80 %; o Francia y Alemania, con más del 65 %.

La realidad es aún más clara cuando se analizan estos datos y se destaca que esta abstención no es generalizada sino que marca una diferencia por raza particularmente reveladora. Los votantes de raza blanca han registrado una participación por encima del 60 % desde 1980, que en 2012 fue del 66,2 %, mientras que los afroamericanos han pasado de poco más del 50 % en 1980 a superar el 64 % en 2008 y 2012, aunque este auge viene impulsado por el hecho de que participase como candidato Barack Obama, primer presidente negro de la historia del país norteamericano.
Similar destino viven los hispanos a pesar de contar con un creciente peso demográfico. En las últimas tres décadas se han mantenido por debajo del umbral del 50 %. En 2012, su participación fue del 48,8 % y no se espera que sus niveles suban en gran medida del 50 %.
 
Lo cierto es que, pese al enorme y multimillonario despliegue de recursos destinados por los candidatos, las condiciones para el registro son muy cambiantes por cada estado. En algunos, la fecha límite se cierra meses antes de las elecciones, en otros se puede hacer el mismo día, y cada uno exige diferentes documentos y procedimientos diferentes para poder formar parte de la base electoral. Por ello, un cambio de residencia, una modificación del estatus matrimonial como el divorcio o una licencia de conducir caducada puede impedir el voto.
Se calcula que casi un 25 % de la población en EEUU en edad de votar (cerca de 51 millones de personas) no está registrada.

Otros factores también obstaculizan el voto y es precisamente el hecho atípico de celebrar los comicios un martes, siempre el primero tras un lunes de noviembre, lo que provoca que muchos votantes deban escaparse del trabajo o su rutina semanal para dedicar unas horas, ya que las colas suelen ser largas, a poder depositar el voto.

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